““Un pilar no se mide por su altura, sino por cuánto puede sostener cuando todo a su alrededor tiembla.” 
 Jeser Alejo
PILAR MONUMENTAL
 El Pilar del Bautismo & la Autoridad del Nombre Divino
Los Pilares Antiguos Parte 1
En la historia del pueblo de Dios, cada verdad revelada ha sido como un pilar levantado en el camino: una marca de orientación, un recordatorio de dónde venimos y hacia dónde vamos. El enemigo ha tratado una y otra vez de derribar estos pilares antiguos, pero el Señor ha hablado claramente:
“Pero los pilares que nos han hecho lo que somos, deben ser preservados, y serán preservados, según Dios lo ha significado por Su palabra y el testimonio de Su Espíritu. Él nos llama a aferrarnos firmemente, con la fuerza de la fe, a los principios fundamentales que están basados sobre autoridad incuestionable.”
— Special Testimonies, Series B, No. 2, p. 59 (May 18, 1904)
“Como pueblo debemos permanecer firmes sobre la plataforma de la verdad eterna que ha resistido la prueba y el ensayo. Debemos aferrarnos a los seguros pilares de nuestra fe. Los principios de verdad que Dios nos ha revelado son nuestro único fundamento verdadero. Ellos nos han hecho lo que somos. El paso del tiempo no ha disminuido su valor.”
— Id., p. 51 (May 18, 1904)
Estos pilares son más que doctrinas; son columnas espirituales que sostienen la estructura de nuestra fe cuando llegua el temblor, el zarandeo. Si se quitan, el edificio entero se derrumba, la religion de Cristo seria eliminada y cambiada. Es interesante que Satanas no pudo derribar los pilares, por ende cambio la religion, trastorno la esctructura, y los pilares han quedado tapados por años de filosofia humana e ideas incorrectas sobre la palabra.
La Biblia no nos deja a nosotros sin esperanza. La luz que aumenta va guiando a cada generacion del pueblo de Dios.
Algunos dicen:
“Bueno, ya tenemos toda la verdad, entendemos los pilares principales de nuestra fe, y podemos descansar en este conocimiento.”
Pero la sierva del Señor respondió:
“La verdad es una verdad progresiva, y debemos andar en la luz creciente.”
— Counsels to Editors, p. 23.
Y añadió:
“Nueva luz será siempre revelada en la Palabra de Dios a aquel que está en conexión viva con el Sol de Justicia. Que nadie llegue a la conclusión de que no hay más verdad que revelar. El buscador diligente y orante hallará preciosos rayos de luz que aún deben brillar de la Palabra de Dios. Muchas gemas están aún esparcidas que deben ser recogidas para convertirse en propiedad del pueblo remanente de Dios.”
— Counsels on Sabbath School Work, p. 34.
La verdad, entonces, no es un museo muerto, sino un manantial vivo. Fluye del Trono de Dios para refrescar a los que aman Su ley. Pero, aunque la luz aumenta, los fundamentos no cambian.
“Ni un solo clavo debe ser removido de aquello que el Señor ha establecido. El enemigo traerá teorías falsas, como la doctrina de que no hay santuario. Este es uno de los puntos sobre los cuales habrá apostasía. ¿Dónde hallaremos seguridad sino en las verdades que el Señor ha estado dando durante los últimos cincuenta años?”
— Review and Herald, May 25, 1905.
“Satanás se esfuerza continuamente por introducir suposiciones fantasiosas respecto al santuario, degradando las maravillosas representaciones de Dios y el ministerio de Cristo por nuestra salvación en algo que acomode a la mente carnal. Él quita su poder rector del corazón de los creyentes y lo reemplaza con teorías fantásticas inventadas para invalidar las verdades de la expiación y destruir nuestra confianza en las doctrinas que hemos considerado sagradas desde que se dio el mensaje del tercer ángel. Así trataría de despojarnos de nuestra fe en el mismo mensaje que nos ha hecho un pueblo separado, y que ha dado carácter y poder a nuestra obra.”
— Special Testimonies, Series B, No. 7, p. 29 (Nov. 20, 1905).
Entre esos pilares está el bautismo, la entrada visible al cuerpo de Cristo, la unión con Su muerte, sepultura y resurrección.
Cristo mismo lo estableció con autoridad divina:
Mateo 28:18-20
“Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Este no es un rito vacío, sino una proclamación de lealtad al Rey del universo. En el bautismo, el alma entra en el pacto de vida eterna.
Romanos 6:1-5
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.”
Bautizarse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es reconocer la autoridad divina bajo la cual toda vida es purificada, transformada y resucitada. Es esencial entender este tema, y juntos veremos que la verdad Biblica va aumentando en luz pero sin borrar o remplazar, o querer remover uno de estos pilares que Dios ha dado a su pueblo fiel y remanete.
El Clamor de Media Noche
Nuestra Vida Escondida en Cristo
Vamos a leer los siguientes versiculos sin interrupcion, para que el mensaje vaya cobrando terreno en nuestras mentes. 
Emepzamos con:
Colosenses 3:1-3
 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”
Efesios 1:20
“La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos, y sentándole a su diestra en los lugares celestiales.”
Gálatas 2:20
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
1 Corintios 12:4-6
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.”
Colosenses 2:12
“Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.”
Una Nueva Existencia Nacida de la MuerteEl apóstol Pablo no habla aquí de una vida reformada, sino de una vida resucitada.
Dice:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba…”
(Colosenses 3:1).
Resucitar implica que primero hubo una muerte. La vieja naturaleza —egoísta, carnal, gobernada por el pecado— fue sepultada en el bautismo (Colosenses 2:12). Allí terminó el dominio del yo.
 El bautismo, entonces, no es una ceremonia superficial, sino una tumba espiritual. En ella el creyente muere al mundo y nace a una nueva realidad: la vida de Cristo en el alma.
La fe no solo cree en Cristo; vive de Cristo.
 El mismo poder que levantó al Hijo de Dios del sepulcro (Efesios 1:20) actúa ahora en el corazón que se entrega. Esa es la energía divina que transforma lo imposible en posible: la resurrección interior del alma.
La Vida Oculta: El Misterio del Poder Espiritual
“Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”
(Colosenses 3:3).
Este es uno de los textos más sublimes del evangelio.
 El cristiano verdadero vive, pero su vida no es visible a los ojos del mundo. Está escondida, no en un templo hecho de manos, sino en Cristo mismo, quien a su vez está en Dios.
 Esto revela una unión triple y perfecta:
 el creyente en Cristo, Cristo en Dios, y Dios en el creyente por Su Espíritu.
Por eso Satanás no puede destruir al que está escondido en Cristo. Puede atacar el cuerpo, puede tentar la mente, pero no puede tocar la vida espiritual que está guardada en los cielos.
 Esa vida no depende de las circunstancias, ni del reconocimiento humano, ni del aplauso religioso. Es una corriente secreta que fluye del Santuario celestial al alma rendida.
Allí está la fuente del poder que sostiene a los mártires, a los fieles perseguidos, y a todo aquel que elige obedecer aunque cueste todo.
 El mundo no lo entiende, pero el cielo lo reconoce: la vida escondida es la vida victoriosa.
Crucificados, Pero Vivos
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.”
(Gálatas 2:20).
Aquí está el secreto de toda victoria: la sustitución del yo por Cristo.
 La cruz no solo fue un acontecimiento histórico; es una experiencia diaria. El “yo” debe morir cada mañana, para que Cristo reine cada día.
 El creyente que se aferra a su propio carácter, a sus deseos, a su orgullo o ambición, aún no ha sido crucificado con Cristo.
 Pero cuando el alma se entrega completamente —sin reservas, sin condiciones—, entonces Cristo toma posesión del trono interior.
 Y lo que antes era debilidad se convierte en fortaleza; lo que antes era temor se transforma en fe.
 El alma puede decir con certeza: “Ya no vivo yo”.
La vida escondida no es pasiva ni mística. Es Cristo viviendo activamente en el creyente, obrando tanto el querer como el hacer, según Su buena voluntad. Es el mismo Cristo que venció el pecado en carne semejante a la nuestra, reproduciendo Su carácter en los que creen.
Diversidad en Unidad
“Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios… es el mismo.”
(1 Corintios 12:4-6).
Cuando Cristo mora en el corazón, Su Espíritu se manifiesta en la vida.
 Cada miembro del cuerpo tiene una función distinta, pero todos dependen de la misma Cabeza.
 Esta verdad destruye el orgullo religioso y la competencia espiritual. Nadie tiene monopolio sobre la gracia; todos somos instrumentos en las manos del mismo Maestro.
 El mismo Espíritu que obra en el predicador obra también en el humilde creyente que ora en silencio.
 El mismo poder que sostuvo a Cristo en Getsemaní sostiene al que sufre por causa de la verdad.
La vida escondida en Cristo produce humildad, no vanagloria. Quien vive en Él sabe que todo lo que tiene —la fe, la fortaleza, la esperanza— viene de arriba, no de sí mismo.
La Fe en el Poder que Resucita
“Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.”
(Colosenses 2:12).
No es la inmersión en el agua lo que resucita al alma, sino la fe en el poder de Dios.
 El mismo poder que hizo temblar la tumba de Cristo, el que abrió los cielos el día de Su ascensión, es el que da vida al creyente arrepentido.
 Y así como Cristo fue levantado y sentado a la diestra del Padre, así también el creyente, por la fe, es hecho participante de Su victoria.
El bautismo, entonces, es el acto mediante el cual se declara públicamente lo que el cielo ya ha operado en secreto: la unión del alma con su Redentor.
 Desde ese momento, la vida ya no pertenece al mundo, ni al pecado, ni al yo.
 Pertenece a Cristo — escondida, segura, inquebrantable.
Conclusión: Vivir en el Cielo Mientras Aún Caminamos en la Tierra
El creyente verdaderamente convertido vive con los pies en la tierra, pero con el corazón en el cielo.
 Busca las cosas de arriba, no porque desprecie la vida terrenal, sino porque ha descubierto un propósito más alto.
 Su mente, su conversación, su esperanza, están centradas donde está Cristo, sentado a la diestra de Dios.
Cuando el mundo lo ve, tal vez no entiende su paz, su mansedumbre ni su fidelidad. Pero los ángeles sí lo entienden.
 Saben que su vida está escondida, protegida, y alimentada desde el Santuario celestial, donde Cristo intercede.
Y pronto —cuando el Hijo del Hombre aparezca en gloria— esa vida escondida será revelada.
 Entonces los fieles resucitarán, y los que estén vivos serán transformados.
 La vida que estuvo oculta se manifestará abiertamente, porque “cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria” (Colosenses 3:4).
Cuando Se Entiende Esto, Viene la Guerra
Cuando las almas entienden el significado del bautismo —la muerte al yo y la unión viva con Cristo— entonces el enemigo se enfurece.
 La historia se repite:
“Tras un largo y severo conflicto, los pocos fieles decidieron romper toda unión con la iglesia apóstata si esta persistía en su negativa a liberarse de la falsedad y la idolatría. Comprendieron que la separación era absolutamente necesaria para obedecer la palabra de Dios. No se atrevieron a tolerar errores fatales para sus propias almas, ni a dar un ejemplo que pusiera en peligro la fe de sus hijos y nietos. Para asegurar la paz y la unidad, estaban dispuestos a hacer cualquier concesión compatible con la fidelidad a Dios; pero sentían que incluso la paz se obtendría a un precio demasiado alto a costa de sus principios. Si la unidad solo podía lograrse mediante la renuncia a la verdad y la justicia, entonces que haya discordia, e incluso guerra.”
— El Conflicto de los Siglos, 45.3.
Unidos al Cuerpo de Cristo
1 Corintios 12:12-13
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”
Por eso somos bautizados en la autoridad de Cristo, no solo en Su nombre como una fórmula, sino bajo Su dominio celestial:
Hechos 2:38
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Hechos 8:12
“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.”
Hechos 19:5
“Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.”
Hechos 22:16
“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”
Bautizados en el Poder de las Autoridades Celestiales
Juan 4:24
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”
Dios es Espíritu.
 Y el bautismo nos introduce al poder de las tres grandes autoridades celestiales:
 El Padre, el Hijo y el Espíritu — que es la presencia y el poder de Dios actuando por medio de Su Hijo — junto con la agencia de los ángeles y la iglesia celestial.
Algunos cuestionan Mateo 28:19, pero la Escritura testifica que su esencia es doctrinal, no ritual, porque Dios no puede mentir.
Tito 1:2
“En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos.”
Números 23:19
“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”
Hebreos 6:18
“Para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.”
1 Timoteo 6:16
“El único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver; al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.”
Él es la Verdad y la Vida, y toda autoridad de bautizar viene de Él:
Juan 14:6
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Juan 15:26
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.”
Juan 1:4
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”
Juan 5:26
“Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo.”
Juan 6:63
“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.”
LA FALSA VENIDA DE CRISTO
La historia se acerca a su clímax. El conflicto entre la verdad y el error, entre la obediencia y la rebelión, pronto alcanzará su punto más alto. Y en ese momento decisivo, Satanás ejecutará su engaño final: personificar a Cristo mismo. Este será, en palabras inspiradas, “el acto coronante en el gran drama del engaño” (El Conflicto de los Siglos, 624.2).
               Estamos entrando en el momento más crítico de la historia humana. Satanás no solo intentará personificar a Cristo, sino que buscará usurpar el lugar de Dios mismo, aparentando responder oraciones, escuchar clamores y conceder milagros. Será una falsificación perfecta del ministerio celestial.
               La sierva del Señor declara: “Un esfuerzo más, y entonces Satanás emplea su último ardid.” Ese último ardid —su estrategia final— ocurrirá cuando el enemigo escuche el clamor incesante del pueblo de Dios, perseguido y acosado, que ora día y noche: “¡Ven, Señor Jesús, ¡y líbranos!” Entonces, Satanás descenderá en gloria engañosa, personificando a Cristo y haciendo creer a las multitudes que sus oraciones han sido contestadas, como si él fuera el mismo Padre celestial. 
               Este engaño supremo marcará el cumplimiento de la última obra final, el momento en que el enemigo del alma se colocará en el lugar santo, pretendiendo ser adorado como Dios. Así se manifestará la abominación desoladora, el acto culminante del gran drama del engaño, justo antes de la verdadera venida del Hijo del Hombre en gloria y verdad.
               Cita original: Un esfuerzo más, y entonces Satanás emplea su último ardid. Oye el clamor incesante de que Cristo venga, de que Cristo los libere. Esta última estrategia consiste en personificar a Cristo y hacerles creer que sus oraciones han sido contestadas. Pero esto responde a la última obra final: la abominación de la desolación que se yergue en el lugar santo. [El texto termina aquí.] Ms 16, 1884, parr 11
Antes de ese terrible momento, el enemigo ya habrá preparado el terreno. Las calamidades, las crisis políticas, los desastres naturales y el colapso económico servirán como el contexto perfecto para justificar la imposición de la Ley Dominical, presentada como una solución moral y espiritual a los males del mundo.
La sierva del Señor lo profetizó con precisión:
“El Señor tiene una controversia con su pueblo profesante en estos últimos días. En esta controversia, hombres en puestos de responsabilidad adoptarán un rumbo totalmente opuesto al de Nehemías. No solo ignorarán y despreciarán el sábado, sino que intentarán ocultárselo a otros, enterrándolo bajo la basura de la costumbre y la tradición. En iglesias y en grandes reuniones al aire libre, los ministros instarán al pueblo a la necesidad de guardar el primer día de la semana. Hay calamidades en el mar y en tierra, y estas calamidades aumentarán, un desastre tras otro; y el pequeño grupo de concienzudos observadores del sábado será señalado como los que están atrayendo la ira de Dios sobre el mundo por su desprecio por el domingo.”
(E. G. White, Review and Herald, 5 de marzo de 1889 version Ingles)
La sierva del Señor vio una escena terrible y solemne: hombres que alguna vez sostuvieron la verdad, adoptando un rumbo contrario al de los reformadores, traicionando los principios que juraron defender. En lugar de levantar muros como Nehemías, los derriban; en lugar de restaurar el sábado, lo esconden bajo el polvo de la tradición. Aquellos que deberían advertir contra el error, se convertirán en sus defensores. El púlpito, que antes proclamaba la santidad de la ley de Dios, se transformará en una plataforma de compromiso, donde se promueve la observancia del domingo como señal de paz y unidad. Y cuando las calamidades aumenten sobre la tierra, estos líderes infieles se unirán al coro de los enemigos del pueblo de Dios, señalando a los fieles del sábado como los culpables de la ira divina.Así se cumplirá la gran apostasía profetizada: los adventistas nominales —los que tienen nombre de vivos, pero están muertos— se unirán con el mundo para perseguir a los que permanecen firmes en la verdad. El testimonio de su traición será el cumplimiento literal de la palabra profética: que el juicio comienza por la casa de Dios. En aquel tiempo, el verdadero pueblo del Señor será purificado por el fuego de la prueba; y mientras los falsos pastores predican sumisión al decreto dominical, los sellados proclamarán con poder celestial el mensaje del tercer ángel, revelando ante el mundo el contraste final entre la obediencia y la rebelión.
La sierva de Dios vio a este pueblo falso y vendido. En visión profética, la sierva del Señor vio el plan más sutil del enemigo: una reforma falsa dentro de la iglesia que una vez fue el baluarte de la verdad. No se trataría de una apostasía externa, sino de una transformación interna disfrazada de progreso y renovación. Bajo el pretexto de modernizar la fe y hacerla más aceptable al mundo, los hombres de influencia comenzarían a desmantelar los pilares que Dios mismo levantó —la verdad del santuario, la identidad del pueblo remanente, el testimonio de Jesús y la santidad del sábado—. Se levantaría una nueva generación de líderes y maestros que hablarían de amor, de unidad y de desarrollo, pero sin el Espíritu de obediencia ni la sumisión a la Palabra. Así, una nueva organización se alzaría sobre los escombros de la antigua, edificada no sobre la Roca, sino sobre la arena movediza de la razón humana y el orgullo intelectual. Esta nueva organización esta entre nosotros. Una que ha cambiado los principios fundamentales por nuevas creencias de hombres que no están en las escrituras.
A esta organización —dice el testimonio— no la detendrá nada. Avanzará con aparente poder, con discursos inspiradores y “obras maravillosas”, ganando el aplauso del mundo y la aprobación de los gobiernos. Pero detrás de esa fachada de virtud se oculta la esencia del engaño: Dios es quitado del centro, y el hombre es entronizado en Su lugar. El sábado del Señor será considerado con ligereza, y el Dios que lo instituyó será olvidado.
Los libros que antes afirmaban la verdad serán sustituidos por escritos de “nuevo orden”, impregnados de filosofía humana. Será la culminación de la gran apostasía —la traición de los adventistas nominales profetizada años atrás— y el preludio de la tormenta que barrerá la estructura falsificada. Solo los que permanezcan firmes sobre el fundamento original, los que se nieguen a mover las columnas eternas, serán hallados en pie cuando la tempestad purifique la casa de Dios.
Cita original: “El enemigo de las almas ha intentado introducir la suposición de que se llevaría a cabo una gran reforma entre los Adventistas del Séptimo Día, y que esta reforma consistiría en abandonar las doctrinas que se erigen como pilares de nuestra fe y emprender un proceso de reorganización. Si esta reforma se llevara a cabo, ¿cuál sería el resultado? Los principios de verdad que Dios, en su sabiduría, ha dado a la iglesia remanente serían desechados. Nuestra religión cambiaría. Los principios fundamentales que han sostenido la obra durante los últimos cincuenta años serían considerados un error. Se establecería una nueva organización. Se escribirían libros de un nuevo orden. Se introduciría un sistema de filosofía intelectual. Los fundadores de este sistema irían a las ciudades y harían un...Obra maravillosa. El sábado, por supuesto, se consideraría con ligereza, al igual que el Dios que lo creó. Nada se interpondría en el camino del nuevo movimiento. Los líderes enseñarían que la virtud es mejor que el vicio, pero, al ser quitado Dios, depositarían su dependencia en el poder humano, que, sin Dios, carece de valor. Su fundamento se construiría sobre la arena, y la tormenta y la tempestad barrerían la estructura.” 1MS 204.2 (version ingles)
Mientras el mundo clame por paz y unidad, el enemigo trabajará con más poder que nunca. La sierva del Señor lo describió en una visión solemne:
“Vi que Satanás obraría ahora con más poder que nunca. Sabe que le queda poco tiempo y que el sello de los santos los pondrá fuera de su poder, y ahora obrará de todas las maneras posibles, e intentará con todas sus insinuaciones, desprevenidos, haciéndolos dormir en la verdad presente o dudar de ella para evitar que sean sellados con el sello del Dios vivo; y que Satanás pronto vendrá casi en forma humana, y que sus ángeles los rodeaban buscando la manera de devorarlos. Pero vi que Dios tenía a sus ángeles, que revoloteaban alrededor de los santos y sus alas ondeaban sobre ellos para alejar la influencia impía y protegerlos del poder de Satanás y sus ángeles.”
(E. G. White, Manuscript 7, 1850, párrafo 8 version ingles)
Este cuadro profético muestra que la manifestación visible de Satanás como Cristo ocurrirá en un tiempo de máxima tensión espiritual: cuando los santos estén siendo sellados, y el enemigo, desesperado, busque derribar a los fieles mediante dudas, falsas señales y apariciones milagrosas.
En ese tiempo, aparecerá como un ser majestuoso de deslumbrante gloria, imitando la descripción de Cristo dada por Juan:
“Y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego.”
(Apocalipsis 1:13-14)
Ellen G. White añade:
“En diferentes partes de la tierra, Satanás se manifestará entre los hombres como un ser majestuoso de deslumbrante brillo... Y la gente se postrará ante él en adoración mientras levanta sus manos y pronuncia una bendición sobre ellos, como Cristo bendecía a sus discípulos cuando estaba en la tierra.”
(El Conflicto de los Siglos, 624.2 version ingles)
Este será el momento más peligroso para los hijos de Dios, pues el engaño será “casi abrumador.” (El Conflicto de los Siglos, 624.2)
 El falso Cristo hablará palabras dulces, realizará milagros y proclamará haber cambiado el sábado al domingo, declarando que los que guardan el séptimo día son culpables de resistir su autoridad.
 Entonces se cumplirá la profecía de Cristo:
“Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis... Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas... de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.” (Mateo 24:23-24)
Pero los fieles no serán engañados. Ellos habrán aprendido a conocer la voz del verdadero Pastor, a distinguir la Palabra inspirada de los falsos prodigios.
 Recordarán que la venida del verdadero Cristo será literal, visible, universal y gloriosa:
“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mateo 24:27)
 El falso Cristo se presentará en la tierra; el verdadero vendrá desde el cielo.
 El falso caminará entre los hombres; el verdadero vendrá con millones de ángeles.
 El falso dirá palabras de paz; el verdadero vendrá con voz de mando y trompeta de Dios (1 Tesalonicenses 4:16).
EL TIEMPO DE ANGUSTIA DE JACOB Y 
LA VICTORIA DE LOS SELLADOS
Después del cierre de la gracia, cuando Cristo haya cesado Su intercesión en el santuario celestial, el mundo quedará dividido en dos grupos eternamente opuestos: los sellados del Dios vivo y los marcados con la señal de la bestia. Entonces comenzará el período profético más solemne y temido: el tiempo de angustia de Jacob, un tiempo de prueba sin mediador, cuando el pueblo de Dios deberá permanecer firme únicamente por la fe en Su palabra.
Ellen G. White lo describe así:
“Los que estén viviendo sobre la tierra cuando cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial, habrán de permanecer a la vista de un Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mancha, sus caracteres purificados del pecado por la sangre de la aspersión. Mediante la gracia de Dios y sus propios esfuerzos diligentes deberán ser vencedores en la lucha contra el mal.”
(El Conflicto de los Siglos, 425.1 version Ingles)
Durante este tiempo, Satanás desatará su furia final. No podrá tocar las vidas de los santos, pero sí buscará aturdir su fe, despertar sus temores y sembrarles dudas.
 La profetisa escribió:
“Satanás procurará atemorizarlos con el pensamiento de que su caso es desesperado, que la mancha de su contaminación jamás será quitada. Espera así destruir su fe y hacerlos rendirse a sus tentaciones, desviándolos de su lealtad a Dios.”
(El Conflicto de los Siglos, 618.3 version Ingles)
Sin embargo, los fieles recordarán las promesas del pacto. Clamarán como Jacob junto al ángel:
“No te dejaré, si no me bendices.” (Génesis 32:26)
Y el mismo Espíritu de Cristo fortalecerá sus almas.
“Tendrán un profundo sentido de sus faltas... Pero recordando la grandeza de la misericordia de Dios y su arrepentimiento sincero, se aferrarán a Sus promesas hechas a los pecadores que buscan ayuda, y su fe no fallará, aunque sus oraciones no sean contestadas inmediatamente.”
(Patriarcas y Profetas, 202.1 version Ingles)
Durante este período, el enemigo desplegará su estrategia final. Habrá señales y prodigios aterradores; los falsos cristos aparecerán con brillo celestial, y las naciones unidas bajo el poder de la bestia decretarán la muerte de los que guardan el sábado.
 Pero el cielo no permanecerá en silencio. Dios enviará a Sus ángeles para proteger a los fieles y retener los vientos de destrucción hasta que Su obra en ellos esté completa.
“Vi que Dios tenía a sus ángeles, que revoloteaban alrededor de los santos, y sus alas ondeaban sobre ellos para alejar la influencia impía y protegerlos del poder de Satanás y sus ángeles.”
(E. G. White, Manuscript 7, 1850 version Ingles)
La escena que describe la sierva del Señor es militar y litúrgica a la vez: ángeles en guardia forman un baluarte vivo alrededor de los santos. “Revoloteaban… y sus alas ondeaban” no es un adorno poético: es la imagen de una cobertura activa que empuja fuera la atmósfera de tentación, desánimo y engaño. En el gran conflicto, Satanás intenta presionar la mente con acusaciones, falsas doctrinas y emociones que nublan el juicio; Dios responde con presencia angelical que limpia el aire moral para que el creyente pueda ejercer fe y obediencia sin ser aplastado por la sugestión del enemigo.
Así, mientras el adversario busca desviar, los ángeles sostienen el libre albedrío, filtrando influencias para que la decisión sea genuina y la fidelidad sea posible. Esta protección es real y prometida:“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.” (Salmo 34:7)
“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1:14)
No significa que no habrá prueba ni persecución; significa que el poder de Satanás no puede forzar la voluntad ni romper el sello de Dios. En los momentos de mayor presión —sellamiento, tiempo de angustia, y el acto coronante del engaño— esa valla invisible preserva la mente de la fascinación del falso Cristo, sostiene la fe bajo acusación, y blinda la obediencia cuando el mundo entero clama por rendición. Los ángeles no reemplazan nuestra vigilancia; la potencian. Ángeles en forma de guerreros aparecerán y nos van a defender pero solo si tienes fe para poder ver este momento épico de la historia de la redención. Donde hay altar familiar, Palabra abierta, sábado honrado, arrepentimiento y oración constante, allí las “alas” no se repliegan: se agitan para mantener lejos la marea de oscuridad.
Hay literalmente una Aplicación directa de toda esta protección. Los santos permanecen bajo cobertura. Si andamos en luz, los ángeles mantienen a raya la niebla del error; si coqueteamos con el pecado, nosotros mismos abrimos brecha en el muro. Este testimonio no alimenta miedo; infunde certeza: el cielo no abandona a los que temen a Dios. Cuando el enemigo intensifique su obra y el mundo aplauda su impostura, los fieles sentirán, no un espectáculo, sino una serena firmeza: la mano invisible que ya hoy les libra, mañana les hará permanecer en pie.
Entonces se cumplirá la palabra del Señor:
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.”
(Salmo 91:1)
La angustia será intensa, pero no eterna. Como el amanecer que disipa la noche, así aparecerá el Libertador en gloria:
“Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.”
(Daniel 12:1)
El pueblo sellado será vindicado. Su fidelidad en medio del fuego será la prueba irrefutable del triunfo del gobierno de Dios. La controversia cósmica concluirá con la victoria del Cordero, y los redimidos entonarán el cántico de Moisés y del Cordero (Apocalipsis 15:2-3).
En ese glorioso momento, el universo verá que Dios fue justo, que Su ley es santa, y que el amor obediente de Sus hijos ha resistido toda prueba.
“He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará.”
(Isaías 25:9)
LA VERDADERA VENIDA DE CRISTO Y 
LA CAÍDA DEL ENGAÑADOR
El cielo se prepara. El universo entero contempla con expectación el desenlace del gran conflicto entre la verdad y el error. Mientras el falso Cristo recorre la tierra con engaños y prodigios mentirosos, proclamando paz y unidad, los sellados de Dios permanecen firmes, con la mirada fija en el verdadero Cordero que intercede y reinará por los siglos.
Satanás habrá desplegado su último recurso, su acto coronante, buscando borrar la línea que separa la luz de las tinieblas. Pero cuando su engaño parezca triunfar y el mundo entero se postre ante su falso esplendor, una luz más brillante que mil soles atravesará los cielos.
“Porque el mismo Señor con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.”
(1 Tesalonicenses 4:16)
El verdadero Cristo no tocará la tierra. No caminará entre los hombres, ni hablará suavemente a multitudes engañadas. Vendrá con poder y gran gloria, y Su presencia hará temblar los cimientos del mundo.
“Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.”
(Apocalipsis 19:11)
Los impíos clamarán a las rocas:
“Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero.”
(Apocalipsis 6:16)
Mientras tanto, los redimidos levantarán su voz de júbilo:
“He aquí, éste es nuestro Dios; le hemos esperado, y nos salvará.”
(Isaías 25:9)
                Para vencer el gran engaño del enemigo cuando personifique a Cristo, debemos vencerlo hoy en lo invisible, en las batallas secretas del carácter. Ninguno resistirá al falso Cristo si no ha aprendido antes a resistir al pecado que mora en el corazón. La perfección del carácter no es perfección humana, sino Cristo formado dentro: Su mente, Su obediencia, Su pureza. Solo quien se deja purificar ahora —pensamiento a pensamiento, decisión tras decisión— estará sellado cuando el enemigo se disfrace de luz. 
 
                Satanás fue vencido por Cristo en el desierto no con poder visible, sino con la Palabra escrita y un corazón sin doblez. Así también nosotros venceremos: negándonos a la tentación, sometiendo la voluntad al Espíritu de Dios y reflejando el carácter del Hijo. El triunfo final sobre el engaño mundial será simplemente la revelación pública de una victoria interior ganada en lo secreto, donde el alma aprendió a decir: “No mi voluntad, sino la Tuya.”
 
                Si aprendemos a vencer ahora, aprenderemos también a reconocer al verdadero Cristo cuando venga. Cada victoria sobre el pecado afina el oído del alma para distinguir la voz del Pastor de los ecos del impostor. Cristo mismo dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). No se trata de emociones, sino de discernimiento espiritual nacido de la obediencia diaria. 
 
                El que vence sus pasiones, su orgullo y su egoísmo, aprende el timbre de la verdad, porque el Espíritu de Cristo habla dentro de él. Cuando Satanás venga revestido de luz, imitando las palabras y los gestos del Redentor, solo aquellos que hayan aprendido a escuchar a Cristo en la intimidad del alma sabrán discernir el engaño. Jesús también dijo: “Lo que contamina al hombre no es lo que entra, sino lo que sale del corazón” (Mateo 15:11). Por eso, el secreto de la victoria final no está en resistir señales externas, sino en permitir que el Espíritu purifique el interior. El corazón transformado será el ojo que vea al verdadero Cristo y el oído que reconozca Su voz.
 
                Jesús no habló de una adoración confinada a templos o lugares santos; habló de una adoración nacida del alma, movida por el Espíritu del Dios vivo. Adorar en espíritu es entrar en comunión con el Padre más allá de los ritos y las apariencias; es dejar que el corazón se quebrante y que la mente se eleve en obediencia y amor sincero. El que adora en espíritu no será engañado por un falso mesías.  
 
                El Espíritu de Cristo en nosotros hace que cada palabra, cada pensamiento y cada acto se conviertan en una ofrenda viva. En esa adoración no hay máscaras, ni repeticiones vacías, ni rutina religiosa. Es el fuego interior del alma que reconoce la santidad de Dios y se postra ante Él, no con gestos aprendidos, sino con la vida rendida.
Pero Cristo añadió algo más: que el Padre busca adoradores en verdad. La verdad no es una idea, ni una tradición, sino una Persona —Cristo mismo— y una Palabra escrita que revela Su carácter. Adorar en verdad significa someterse a lo que Dios ha dicho, aunque el mundo entero lo rechace. Es obedecer Su ley, guardar Su sábado, y vivir conforme a Su voluntad. El Espíritu sin verdad se vuelve fanatismo; la verdad sin el Espíritu se vuelve formalismo. Solo cuando ambos se unen —Espíritu y verdad— el alma entra en el santuario de la comunión verdadera. Allí, el Padre se deleita, y el adorador se transforma.
Y entonces, el gran conflicto terminará. Cuando su pueblo refleje perfectamente la imagen de Cristo, aquel quien es la manifestación del Carácter del Padre. Es aquí donde el enemigo pierde, y pierde su batalla. Donde su última estrategia será contrarrestada. Entonces quedará expuesta la mentira. El falso Cristo caerá desenmascarado ante la majestad del Rey verdadero. El universo comprenderá que ninguna falsificación puede imitar la gloria del Santo de Israel.
 
                Satanás, que pretendió elevarse por encima de Dios, quedará reducido a cenizas bajo los pies de los santos (Malaquías 4:3).
Y en ese momento se cumplirá un dicho profético:
“La última obra final será una estrategia despiadada; todo el que no esté en la plataforma de la verdad será barrido.” — Jeser Alejo
               Solo los que estén cimentados sobre la Roca eterna, con la verdad sellada en la mente y el carácter purificado por la sangre del Cordero, permanecerán en pie.
 Las tormentas finales no destruirán a los fieles, sino que revelarán su pureza. Como oro probado en el fuego, el remanente brillará con la gloria de Dios.
“Y no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”
 (Apocalipsis 21:4)
El universo entonará un solo cántico: “Digno es el Cordero que fue inmolado.” El plan de redención se habrá consumado. La justicia de Dios habrá sido vindicada. El amor habrá triunfado.
Que este mensaje despierte a los dormidos y fortalezca a los fieles.
 Estamos en la frontera de la eternidad; cada alma debe decidir ahora si permanecerá firme sobre la plataforma de la verdad o será arrastrada por la ola del engaño final.
 El Rey viene y viene por un pueblo que ha aprendido a vencer como Él venció.
 
 Jeser Alejo

